Cultura: La política, los políticos y las políticas

Por Reynaldo Peguero

Para abordar una Agenda Estratégica de Cultura debieran considerarse tres conceptos clave: la política, los políticos y las políticas. La política como teoría y praxis social es un término griego que significar “ciudadano”, “civil”, “relativo al ordenamiento de ciudad. Es la actividad que tiende a servir de disciplina para el gobierno o la dirección de la acción del Estado en beneficio de la sociedad. Una teoría que orienta ideológicamente la toma de decisiones para lograr objetivos concretos. Pero en la mayoría de las veces no es con ciencia y metodologías que se puede conducir la cosa pública, porque a las ciencias se le suma el arte para hacer las cosas, las ideas concretas y las maneras específicas y los estilos de dirigir lo público.   

Otra categoría clave son los políticos como actores estratégicos que pretenden actuar de forma profesional y ética en el ejercicio de la política para la toma y la conducción del poder. Los políticos de gobierno y los políticos de oposición o los políticos en si mismos, son personas, individuos, ciudadanos que asumen y dan las disposiciones generales en la conducción del Estado, imprimiéndole su sello personal a lo público.  Y finalmente hay que valorar y considerar las políticas, como el conjunto de líneas normativas, orientaciones generales, mandatos y direccionalidades para que el Estado, como superestructura jurídica concilie los intereses de todos los sectores sociales de un territorio. Con las políticas públicas el Estado asume la conducción formal de la sociedad y el equilibrio y mediación entre los actores sociales.

Está demostrado que en una sociedad o territorio concreto ordenar estas tres categorías es complejo. En otras palabras, resulta difícil armonizar la política, como disciplina científica, para que ésta sirva de apoyo a los políticos que como tomadores de decisión ejercen sus funciones con la debida referencia técnica, y mejor aún para que embestidos de la debida responsabilidad de Estado, definan normas, mandatos y orientaciones generales que aseguren el bien común (las políticas). Precisamente hoy que Santiago, Ayuntamiento, como gobierno local, el ministerio de cultura como órgano rector y la sociedad civil tiene el interés de fortalecer una pretensión quizás un tanto utópica, quimérica y riesgosa de alinear en una sola dirección las ciencias políticas, a los políticos en el ejercicio del poder y a las políticas públicas que habrán de surgir para apoyar la gestión, la creación y el equipamiento cultural de Santiago.

Varios autores consultados como E. Harvey, mi profesor en este tema en la escuela de gestión cultural del Instituto Ortega y Gasset de Buenos Aires, García Canclini y Bonfil G, subrayan esta complejidad, señalando que la política y la cultura son dos campos adversarios, tanto para políticos como para los artistas e intelectuales. Los políticos muchas veces minimizan el sector cultura ante las tantas prioridades inmediatas de las sociedades, y por su parte muchos artistas e intelectuales se sienten incómodos, valorando la política como un territorio “ajeno y amenazante”, indica los investigadores culturales.

Lo cierto es que Santiago de los Caballeros nueva vez ha tenido el realismo mágico “garciamarquecino” de sentar en una mesa de negociación sus actores estratégicos en el área cultural. También es un acto organizado, deliberado y calculado de iniciativas donde siempre tenemos la osadía de cohesión social, personalidad e identidad, de poner en un mismo espacio: “a la política, a los políticos y a las políticas”, para en este caso impulsar una Agenda Estratégica de Cultura para el Municipio. Esta agenda debiera ser el fin fundamental de cualquier ejercicio de planificación estratégica de cultura, utilizando una de las 10 metodologías conocidas y fundamentados en el pacto mundial existente en la Agenda 21 de Cultura.

De acuerdo a todas las experiencias estudiadas y conocidas, donde debemos indicar que nuestro trabajo de investigación final en el CIDEU precisamente trató sobre la gestión cultural, articular un Consejo Municipal, Provincial o Regional de Cultural es una tarea que debiera valorarse como un medio nunca un fin.  Primero a lo primero: es el momento de que todos los actores obtengan un diagnóstico de cultura de Santiago. Segundo si se tiene ese diagnóstico se impone valorar los diversos escenarios posibles de desarrollo y promover la concurrencia de todos los actores estratégicos en consensuar los sueños culturales de Santiago, dónde vemos situada la cultura de Santiago en los próximos cinco o 10 años, cuál es la visión consensuada de todos del desarrollo cultural. Si así lo hacemos habremos avanzado significativamente. En la otra seguimos.

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