Elecciones de calidad: democratización de la democracia

Crisis es oportunidad. Eso es lo que se ha abierto con la suspensión de las elecciones del pasado domingo 16 de febrero y su posposición para el próximo 15 de marzo. Un período delicado de circunstancias propicias y coyunturas favorables, si sabemos hacer las cosas bien. La estabilidad política ha sido sostenible en los pasados 25 años, de ahí que la imposibilidad de la Junta Central Electoral (JCE) de culminar el certamen municipal con votaciones confiables, es una oportunidad para hacerlo mejor. La Nación está en trance, disyuntiva que el presidente de este organismo ha reconocido muy bien.  

Cuando la política dominicana era dirigida por Joaquín Balaguer por cada 100 dólares que circulaban en la economía casi 70% eran de origen público y apenas 30% era de creación privada. Hoy acontece lo contrario. Una crisis política hoy afectaría mucho más a las empresas privadas y perturbaría la estabilidad y el crecimiento económico alcanzado que ha sacado de la pobreza millones de dominicanos y ampliado la clase media. En todas las crisis electorales precedentes, lo más sano del país reunido en Santiago, se ponía de pie a reclamar “el respecto a la voluntad popular”.

1978 fue una coyuntura donde lo anterior se demostró con creces. De ahí en adelante se abrieron procesos que colocaron al Episcopado dominicano, representado por Monseñor Agripino Núñez Collado y Monseñor Francisco José Arnaiz, en la cresta de la ola del diálogo exitoso y la concertación oportuna. Se sucedieron varias crisis electorales que tuvieron a la Iglesia dominicana en el primer plano de la solución de problemas políticos institucionales y desarrollo. En “Ahora que puedo contarlo…” de la autoría del rector emérito de la PUCMM,  Padre Núñez Collado lo describe muy bien.     

Como dice el profesor Joan Clos uno de los catalanes más visionarios en urbanismo y pasado director de ONU-HABITAT, “a las crisis políticas y a la planificación estratégica urbana se asiste llorao”. En esta coyuntura se trata de eso. Las masivas protestas recientes de cientos de miles de jóvenes y militantes de los partidos políticos son señales de justo lamento democrático. Después del pasado domingo 16 de febrero, entre todas y todos lloramos, sollozamos y gemimos. Ya es momento de ir mas allá. Santiago, en sus sectores más representativos ha propuesto el diálogo a favor de un pacto nacional por el fortalecimiento de la democracia dominicana.

Primeramente, el Poder Ejecutivo vía el Consultor Jurídico de la Presidencia, doctor Flavio Darío Espinal Jacobo, propuso con objetividad, una evaluación independiente de lo acontecido para culminar en un pacto. El CONEP vía su presidente, ha recogido los bates y luce hoy más dispuesto a mediar. Antes había favorecido la fusión de las elecciones municipales y nacionales. Hace menos de 12 meses especialmente, había subrayado “la necesidad de una reforma constitucional”.

Si excluimos el error con el Puerto de Manzanillo, el señor presidente de la República Danilo Medina, tiene méritos suficientes para quedar en la historia y en la economía como uno de los mejores estadistas dominicanos. En la apertura democrática de los años 70 del siglo XX, la actual oposición tuvo tres gobiernos en el pasado siglo XX, pero todavía los historiadores no coinciden cuál de ellos fue el peor para la economía, la democracia y la estabilidad política. Sabemos que la gran contribución del presidente Don Antonio Guzmán a la democracia y las libertades públicas inició a partir de 1978 un nuevo ciclo democrático, pero el manejo de la economía no estuvo a la altura del avance democrático logrado.  

Para Santiago la contribución de los gobiernos de Danilo Medina deja un conjunto de obras de alta coherencia con el Plan Estratégico. En vialidad, seguridad, emergencias, educación, agua, saneamiento, espacios verdes, parques y estabilidad del empleo hay ejemplos mostrables.

Quedan obras y proyectos pendientes tales como el Merca-Cibao, el Sistema Vial Integral y la Recuperación urbana del río Yaque  Sin embargo, la debida prudencia, inteligencia política, el peso del contexto internacional y la moderación se perdieron en los prevenibles conflictos entre los dos buenos presidentes generados por el PLD. Ambos supieron asegurar crecimiento económico con el reforzamiento de la democracia, no tanto así pudieron controlar como se debía,  la corrupción pública.

Hoy, vemos en la necesidad de que Santiago nueva vez juegue su rol de mediación, sea con sus proactivos empresarios o con su Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Monseñor Agripino Núñez tiene el talento, la madurez y la experiencia para lograr lo mejor de este proceso electoral para que sea confiable, transparente y veraz. Las elecciones municipales, congresuales y nacionales deben aportarnos autoridades acreditadas con el voto y la voluntad popular libremente expresada.

Es un momento en donde se requiere ENTEREZA, TEMPLE Y DESTREZA. Entereza para hacer gala de ética, honradez y moralidad política. Atrás debiera quedar la marrullería, la artimaña y el ardid. Temple para que la prudencia, la sensatez y el seso, se impongan sobre el espíritu incontinente, microfonofílico y calenturiento de muchos políticos dominicanos. Destreza para que el humor de diálogo, concertación, recopilación de soluciones y habilidades se impongan sobre el caos, las rivalidades y las peticiones de sangre y justicia insurrecta y guerrera.

Más elecciones y más democracia, es el paso para democratizar la democracia. Nos convoca a valorar las elecciones como el medio para dirimir los conflictos y a cumplir el precepto constitucional establecido en el Artículo 208 de la Carta Magna Dominicana. Una sociedad que no garantiza el derecho y deber de los ciudadanos al ejercicio del sufragio para elegir a las autoridades de gobierno; que tampoco asegure el voto personal, libre, directo y secreto; un Estado que no impida que nadie sea obligado o coaccionado a votar, bajo ningún pretexto, ni a revelar su voto, genera una sociedad que incita el desorden y el caos, y afecta gravemente el libre desarrollo de la economía. Es momento de democratizar la democracia logrando elecciones libres y transparentes. Estamos en eso.                    

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