November 3, 2011
Espacio público y espacio privado: la dialéctica entre lo común y lo propio
Por Reynaldo Peguero
El tema que analizamos hoy es vital. Fue examinado en el Capítulo III sobre Uso de Suelo y Ordenamiento formulado para el diagnóstico que se utilizó como fundamento del PES 2020. 48 técnicos institucionales avalados por 245 entidades, concluyeron que núcleos importantes del sector privado evidencian una permanente e incontrolable invasión del espacio público de Santiago.
Buhoneros, vendedores callejeros, carretilleros, camioneteros, concheros, taxis, constructores, empresas promotoras de viviendas y edificadores. También pequeños y grandes empresarios, malos políticos, aviesos funcionarios y despiadados regidores asociados a empresarios privados de varios niveles. Todos constituyen un “Gran Cártel” contra Santiago con decenas de años utilizando todo tipo de subterfugios, artimañas, tratativas y estratagemas semilegales.
Manipulan con la arrollante fuerza de la costumbre o la simple imposición del ímpetu de los hechos, para adueñarse del espacio público que le corresponde a Santiago, supuesto a ser cuidado con la rectoría del Ayuntamiento Municipal.
El análisis crítico de este problema permite conocer qué tipo de ciudad es la que se construye. Qué ciudad se dejó de construir, y cuál es la tendencia de la ciudad que se pretende desarrollar a futuro. Si Santiago sigue “entregando” por la rentabilidad del suelo, en vez de “recuperando” sus espacios públicos (áreas verdes, parques, vías, zonas de recreación, calles, aceras, reservas naturales y otros), y le otorga mayor preeminencia al espacio privado, entonces ésta será una ciudad para ir de paso. Nunca un buen lugar vivir y menos la metrópolis para crear, innovar y producir a la que aspiramos.
Si tomamos como referencia los últimos 50 años la apropiación del espacio público ha sido dramática. En relación a la superficie total de su territorio, mientras en 1960 el espacio público ocupaba el 36.5% (1.82 km_) y el espacio privado el 63.5% (3.18 km_) de la superficie total de la ciudad de Santiago. En el 2010 esta relación disminuyó porcentualmente a un 16% (14.6 km_) para el espacio público y se incrementó en un 84.0% (76.0 km_) para el espacio privado. Durante este período, mientras la superficie total de la ciudad se incrementó 18 veces (85.6 km_) la correspondiente al espacio privado fue de 24 veces (72.82 km_) y la del espacio público de apenas 8 (1,27 km_). No obstante este incremento en ambos tipos de espacios, la disminución porcentual del 20.5% que sufrió el espacio público se trasladó al aumento porcentual del espacio privado.
La causa fue la estructuración de la ciudad a partir de un modelo de agregación de partes o sectores territoriales; modelo por el cual, de manera simultánea con el aval oficial o no, los actores estratégicos privados incorporan paulatinamente territorios a la trama. Al no contarse con una planificación estructurada del desarrollo urbano, el sector privado y las “invasiones” ilegales, inducen dónde y cómo debe estructurarse Santiago. Si se considera el área urbana del municipio Santiago en 90.6 Km_ (2010), el índice de permeabilidad en esta trama urbana es de apenas 0.17, lo que representa una reducción del 50.0% de dicho indicador de acuerdo a parámetros internacionales (0.35-0.40). Santiago se ha llenado de concreto, block, varilla y cemento tirado caóticamente sobre su rico suelo.
Ya basta, con el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT) necesitamos alinear en una sola dirección la utilización armónica de los terrenos, su uso regular, su valor de su uso y su propiedad. Cada categoría tiene su concepto y aplicación normativa. Usted puede ser dueño de una propiedad, obtenida por medios lícitos o ilícitos pero su valor para la ciudad no se corresponde con su uso actual. Observando la ley, pero imponiendo los intereses de la colectividad por encima de los miramientos de la individualidad. Así mismo hay que imputarlo con la razón y la fuerza en el Centro Histórico, en las vías de salida de la ciudad, en los parques, zonas naturales protegidas y sobre todo en las calles y aceras de Santiago, donde los vehículos de motor se adueñan de todo. En la otra seguimos.
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