Santiago impactado por la Mortalidad Infantil y Materna

Los factores causales de mortalidad infantil, neonatal, perinatal y materna son prácticamente  prevenibles en 100%. Visitamos como Consejo para el Desarrollo (CDES) al actual Ministro de Salud Pública, Doctor Rafael Sánchez, amigo y colega  científico y le ofrecimos nuestro creativo apoyo, estamos a la espera para alinearnos en el Programa 2030 de Santiago para Salvar Vidas de miles de niños y mujeres que fallecen por causas controlables.

En planificación estratégica y epidemiología de prevención de mortalidades se conoce que cuando la cantidad de partos que se atienden en un territorio ocurre en las instituciones de salud, la mortalidad infantil y materna se reduce de forma drástica.  En nuestro caso, en los hospitales públicos y clínicas privadas acontece más del 95% de los partos. Sin embargo, las mortalidades evitables en niños y mujeres embarazadas no ha parado de crecer; o peor aun no se ha reducido como se esperaba.   

La estrategia 2020 de lograr un Santiago Incluyente, Cultural y Saludable en materia de mortalidad infantil y materna no se alcanzará. El Hospital Regional Cabral y Báez aun no termina y el Hospital Arturo Grullón está en crisis. Al 2010 Santiago acumulaba una tasa de mortalidad infantil de 23 defunciones de niños menores de 1 año por cada mil nacidos. Es decir fallecían cada año en la provincia Santiago, alrededor de 450 niños recién nacidos, de los cuales más del 80% se concentraba en la ciudad de Santiago de los Caballeros. Con la mortalidad materna sucede otra grave crisis. En 2010 calculamos que fallecían en Santiago 116 mujeres por cada 100 mil nacimientos.

De acuerdo a las estimaciones de la línea basal 2010-2020 del Plan Estratégico de Santiago (PES), ambos indicadores debían estar hoy muy reducidos, pero no ha sido así. Al año 2020, la mortalidad infantil debía estar en apenas 12 niños fallecidos por 1,000 nacidos vivos. Igualmente la mortalidad materna tendría que estar en apenas 50 mujeres embarazadas fallecidas por 100 mil nacimientos. Esas eran la expectativas creadas y la visión establecida. Esto es valorando la estadística fría pero una mujer o un niño que fallezca por factores prevenibles, son una vergüenza para el sistema de salud.   

Debe conocerse que el Plan Estratégico Santiago 2020 formuló una línea basal para cada una de la estrategias aprobadas. Línea base es una herramienta metodológica que expresa la compilación y monitoreo de indicadores cuantitativos y cualitativos. Decimos “línea” porque es una sucesión de puntos críticos de control que se dirigen a mantener la vigilancia social, examen crítico y la observación ciudadana sobre Santiago. Aporta información de contraste para medir, valorar y evaluar los logros, avances, estancamientos o retrocesos de Santiago.

Hoy en el año 2018, la mortalidad infantil promedio del país se encuentra en 21.4 por mil y la mortalidad materna en 104 mujeres embarazadas fallecidas por 100 mil nacimientos. Es una verdadera crisis para el sistema de salud. Se conoce que en la provincia y el municipio de Santiago, los valores están próximos a este nivel. Sin embargo tal como le comentaba al Ministro de Salud recientemente, Santiago puede ser ejemplo de programas de impacto positivo.

Estos datos de República Dominicana se derivan de lo que por 24 años consecutivos, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) edita como situación de la salud en América. Resume indicadores básicos, que incluyen información actualizada. La edición del 2018 comprendió información de 82 indicadores básicos de países, territorios y subregiones de las Américas. Se presentan datos en demografía, socio-economía, estado de salud, factores de riesgo, cobertura de servicios y sistemas de salud. También se presenta información para los 22 indicadores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y para la seguridad ciudadana. Los lectores pueden valorarlos en la plataforma de información de salud (PLISA) de OPS cliqueada en www.paho.org/plisa.

Teniendo a mano estos indicadores sumados a la línea basal aportada por el Plan Estratégico de Santiago, se impone un Programa de Contingencia para asegurar la reducción de mortalidades evitables. Especialmente en niños menores de 1 año y mujeres embarazadas.

En relación a los niños y niñas recién nacidos que fallecen en República Dominicana, la crisis se ubica en la mortalidad neonatal. Aquella que acontece en los primeros 28 días de nacidos. También hay otro grave crisis en la mortalidad perinatal, o en la que sucede la muerte del feto o recién nacido desde las 28 semanas de embarazo hasta la primera semana de vida (7 días).

Entonces el análisis crítico debe hacerse en el orden de que aunque hemos mejorado en parte la reducción de la mortalidad infantil (menores de 1 año), la incapacidad para reducir la mortalidad neonatal (en los primeros 28 días de nacidos) y la mortalidad perinatal (fetos que fallecen desde las 28 semanas de embarazo hasta los primeros días de nacidos), nos aporta una de las peores dificultades de la ciencias y las herramientas de la Salud Pública dominicana. No tan solo del Ministerio de Salud sino de todos los sectores que intervienen en la producción social de la salud infantil. 

La crisis de la alta mortalidad de las mujeres embarazadas dominicanas es otro aspecto vital a tomar en cuenta en el nuevo Plan Estratégico de Santiago 2030 y en los programas que acordaremos con el Ministerio de Salud Pública de República Dominicana.

La mujeres dominicanas que se embarazan están falleciendo por tres causas controlables y prevenibles. Hemorragias mal atendidas y provocadas por los síndromes hemorrágicos del embarazo y abortos irregulares. Asimismo las mujeres embarazadas fallecen por infecciones sépticas acontecidas por malas prácticas médicas y abortos realizados de forma irregular.

Finalmente, pero no menos importante está la hipertensión arterial del embarazo conocida como pre-eclampsia y eclampsia. Que es lo mismo que decir un cuadro de hipertensión arterial, edema y proteinuria que transita a la aparición de convulsiones, coma y muerte durante el embarazo en una mujer después de la 20 semanas de gestación, durante el parto o en el puerperio que son los 40 días después del parto, sin tener relación con afecciones neurológicas y cardiovasculares previas.

Comparte en las redes