Un Consejo Estratégico para Gobernanza y Gobernabilidad

Por Reynaldo Peguero

Los planes estratégicos de desarrollo urbano se masificaron en el mundo en un momento enmarañado del pensamiento social relacionado con la rápida evolución del contexto político y económico. La caída del Muro de Berlín y la URSS había decretado para algunos “el fin de la historia”, y un mundo unipolar, neoliberal y dominado por el mercado se abría campo a nivel global con las banderas del Consenso de Washington y parafraseando a Churchill a “sangre, sudor y lágrimas”. Era el momento en que se proponía como fórmula mágica lo que hoy constituye casi una aberración: “pensar en lo global para actuar en lo local”. Las estrategias urbanas aparecen en esta coyuntura en que administraciones públicas, gobiernos locales y Ayuntamientos admitían que necesitan una verdadera cooperación pública-privada para asegurar el desarrollo local.

De ahí surge la vigencia de la gobernanza y gobernabilidad, como herramientas para facilitar, promover y asegurar el conjunto de compromisos, reglas de juegos y gestión de los nexos y vínculos interinstitucionales, mediante auténticos procesos participativos que tuvieron como puntos de partida el real auto-reconocimiento del sector público local de que no constituían el único actor de apreciación, influencia y poder sobre el territorio, sobre todo cuando los gobiernos nacionales a la vez que intentaban acomodarse a la globalización, aumentaban exiguamente el presupuesto local a los ayuntamientos,  pero los abandonaban a su propia suerte. Esta es la situación conceptual y la coyuntura en que en la década de los años 90 surge, el Consejo para el Desarrollo Estratégico de la Ciudad y el Municipio de Santiago Incorporado (CDES), entidad que impulsa con la participación del Ayuntamiento, el gobierno nacional y la sociedad civil, el Plan Estratégico “Santiago 2020” como agenda oficial de ciudad.

Pero debe destacarse que a finales de la década de los setenta, nadie hablaba de gobernabilidad, descentralización, ni de consejo estratégico, ni regionalización cuando Santiago como ciudad no pasaba de 250 mil habitantes, distribuidos en una superficie urbana no mayor de 19.9 Kilómetros cuadrados, con menos 25 barrios, un transporte público en “conchos y guaguas” que parecía ordenado. Santiago con buena con seguridad ciudadana se describía como la ciudad mas limpia de la isla con una recolección de basura envidiable. El río Yaque fluía verde y saludable por su curso ribereño del oeste de la ciudad y los ocho arroyos urbanos casi estaban sin contaminación.

En esa coyuntura al gobierno municipal le bastaba con manejarse con apenas el 1% del presupuesto nacional. Pero los problemas iniciales de los años 70, se profundizaron en la década perdida de los años 80 y crearon una crisis urbana de significativas proporciones en la década de los 90, donde la ciudad de Santiago creció casi el doble de kilómetros cuadrados, la población superó el medio millón de habitantes, se inició el colapso del sistema de transporte, mas de 50 mil vehículos invadieron el espacio público, la crisis rural envió cientos de miles de nuevos residentes a la ciudad y la creación de las empresas de zona  franca no bastaba para evitar la masificación del comercio informal en el centro histórico. La insuficiencia de escuelas y centros de salud para ofertar servicios de calidad y de impacto social era crítica.

Son entonces los tormentosos y desafiantes años 90 que explican por qué surge el Consejo Estratégico de Santiago, y por qué Santiago funda conjuntamente con Barcelona y otras ciudades, el Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU) en 1993. Esta fase aclara las razones que llevan al Ayuntamiento de Santiago a darle el aval al Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR) de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra a participar en el CIDEU y a iniciar impulsado por el doctor Rafael Emilio Yunén y un conjunto de profesores y técnicos de esta universidad, el proceso que culminó en la formulación del primer Plan Estratégico de Santiago, pero también de Centroamérica y el Caribe.

Ahí se construía la gobernanza y gobernabilidad en la gestión territorial de Santiago. Entendiendo gobernanza en coherencia el Instituto de Gobernabilidad de Cataluña y CIDEU como la estructura de relaciones entre actores a través de la cual se toman decisiones. Por su parte la gobernabilidad traduce la capacidad que tiene una sociedad de regirse a sí misma. Un gobierno con la voz y la toma de decisiones de la ciudadanía. Se dice también a la suma de los distintos modos en que individuos e instituciones, tanto públicas como privadas, manejan los asuntos que tienen en común. El CDES entonces expresa la gobernanza y la gobernabilidad de Santiago.

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