¡Santiago precisa de Alianza Estratégica contra la Violencia!

Por Reynaldo Peguero

Estaba pronosticado que cuando cambiara el perfil demográfico, los dominicanos vivieran mayormente en ciudades, se redujeran los nacimientos y aumentaran los adultos jóvenes sin opciones de  empleo y sana diversión, se generaría una epidemia de violencia en Santiago y la República. De ahí que hoy se imponen respuestas estratégicas y de gobernabilidad para contener la primera Epidemia de violencia del Siglo XXI.

Se han utilizado diversas fórmulas, la más reciente “Seguridad Ciudadana y Barrio Seguro”, desmeritada por la falta de una auténtica participación social, el asistencialismo extremo y el vulgar clientelismo político. También se han empleado métodos militares y de coerción muchas veces violatorios de los derechos humanos, en operativos contra las armas de fuego y las acciones de cacería selectiva de delincuentes y narcotraficantes. Hoy emitimos las siguientes iniciativas.

Primero Santiago necesita una Alianza Estratégica contra la violencia coherente con el Plan Estratégico 2020. Debe articularse un “Pacto por la Paz y el Respeto a la Vida”. Una concertación que fortalezca las ONGs, las Parroquias, iglesias y entidades comunitarias que trabajan con la mujer y la familia. Un programa que impacte el microtráfico y la detección oportuna de familias críticas. Una alianza que erradique el masivo mercado de compra y venta de narcóticos.

Una alianza que acuerde reestructurar la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, y oferte buenas oportunidades y seguridad social a sus miembros. No puede ser que el programa de “ayuda social” de los grandes y micro narcotraficantes sea más beneficioso para los militares que su salario, la seguridad social, el seguro de riesgos laborales y sus pensiones. Un pacto donde el Estado multiplique los programas de lucha contra la violencia doméstica y urbana realizados en Santiago por la Iglesia, el Núcleo de Apoyo a la Mujer (NAM), el Movimiento Vida Sin Violencia, la Fundación Vanesa, VOSES,  Pro-Familia, Coordinadora de Mujeres del Cibao y otras.  

Segundo, el gobierno debe organizar un “Sistema Regional de Vigilancia de la Violencia”.  La violencia es una epidemia y como tal debe tratarse. Salud Pública debe declarar la violencia y sus lesiones y muertes en todas sus formas, como un Evento de Notificación Obligatoria (ENO), y por lo tanto cada clínica, hospital, centro de salud, oficina pública, iglesia o centro laboral deberán vigilar y reportar los signos precursores o factores de riesgo de violencia en sus miembros. Cada Central y Puesto de Policía debe tener comodidades de estadía, facilidades y mapas de vigilancia para estudiar el microtráfico, los brotes de violencia y la generación de cualquier signo de sospecha.
Tercero, Santiago debe organizar el control de los “Grupos de Alto Riesgo (GAR)” para la Violencia Intrafamiliar. Los militares, marinos, policías, guardianes, agentes de seguridad y deportistas, en cualquier geografía son parte de este grupo. Los que en su modo de vida privilegian la fuerza antes que la inteligencia están marcados por el riesgo de ejecutar una acción violenta contra su familia, en su entorno laboral o social. Hay que imponer en todas las instituciones militares y deportivas programas de control de violencia doméstica.

Antes del 2000 las causas de muertes violentas ocupaban los últimos lugares de la mortalidad, hoy están en los primeros lugares. Es el resultado entre otros de la globalización del mercado de las drogas, de la urbanización caótica, la falta de oportunidades, el acceso descontrolado a las armas y el bajo control migratorio son factores desencadenantes de la violencia urbana. Pero de la violencia doméstica está asociada al machismo, pero también al mejor acceso de la mujer al mercado de trabajo, y la mayoría en universidades y escuelas hacen que la dominicana de hoy, le dispute con toda la razón al hombre la primacía en múltiples esferas y en especial en la familia.

Cuarto los Medios de Comunicación deben comprometerse en esta Gran Alianza.  Las más de 300 empresas de publicidad también deben aportar. Es ridículo que todavía más del 80% de los anuncios que se transmiten por radio, televisión y la prensa escrita, enfaticen el rol pasivo y poco creativo de la mujer, o peor aún proyecten su imagen como objeto sexual o fin justificado para el consumo de alcohol. Los medios y publicistas deben como parte del gran acuerdo,  implicarse en la promoción de una cultura de la tolerancia, la equidad de géneros, la integración de la familia y la paz.  El mejor plan contra la violencia del mundo puede sucumbir ante telenovelas agresivas, se cae ante películas violentas y promotoras de la agresión, ante productores que no se sacian de proyectar sangre y se derrumba ante anuncios y programaciones que sólo privilegian el asesinato, la venganza, el homicidio, suicidio, violaciones y los maltratos. Con la participación de todos y todas, esto debe y tiene que cambiar.

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